Por estas fechas hace exactamente tres años que comencé la terapia en el centro. Como ya he comentado alguna vez, se trata de una terapia de grupo semanal y una visita con la psicóloga más o menos quincenal. También con la psiquiatra. En tres años habré tenido unas 40 visitas con la psiquiatra y más de 100 terapias de grupo. Comenzaré por lo segundo.

Recuerdo que las dos o tres primeras terapias de grupo llegué más que asustado con el problema que tenía encima. El shock fue grande cuando se descubrió todo y tenía una gran amenaza encima mía. O pagaba una cifra muy alta que debía o la amenaza de denuncia era más que real. Por un lado tenía el shock de contarle a mi mujer (de momento solo lo supo ella) todo lo que había ella sin que ella sospechara nada y por el otro una amenaza que me tenía los huevos bien agarrados. Esto hacía que en la terapia de grupo estuviera muy acobardado y recuerdo que cuando hablaba rompía a llorar. Era incapaz de asumir todo lo que me estaba ocurriendo. Poco a poco los compañeros me aconsejaban y me hacían ver que de una manera u otra todos habían pasado por eso y me avisaban, además, de lo que me quedaba por pasar. Recuerdo con especial cariño a dos miembros del grupo que me marcaron para bien con sus consejos y su experiencia y que ya les dieron el alta. También recuerdo a mucha gente que ha pasado y pasa por el grupo. De alguna manera ya sé identificar a quién miente y quién no. Quién va a quedarse tiempo y quién llega y se va casi a la semana siguiente porque sienten que el grupo no es para ellos.

Se trata de un grupo que casi siempre ha tenido un buen ambiente, todos vemos en él la forma de salir adelante ayudándonos y un grupo de seis o siete personas acudimos prácticamente sin falta cada jueves. A quien viene nuevo enseguida procuramos que se sienta bien y, afortunadamente, todos tenemos un sentido del humor que de alguna manera nos hace llevar todo de una forma animada.

Ya creo que soy el segundo más veterano y de alguna forma intento que mi papel en el grupo sea el mismo de quienes me recibieron a mí. Intentar ayudar y explicar las cosas desde la perspectiva que te da tanto tiempo allí.

En cuanto a las visitas con la psicóloga en todas ellas he intentado comprender cómo soy y cómo es la adicción al juego. Al principio estaba un poco obsesionado con el por qué. ¿Por qué soy adicto al juego?¿De qué o de quién es la culpa? Ahora con el paso del tiempo sé que estas dos preguntas quizás no tengan respuesta. Tampoco me importa ya. He comprendido que la ludopatía son una serie de factores de tu personalidad, de tu mente, que tienes que intentar controlar desde el conocimiento y desde los límites que te tienes que autoimponer. A través de la psicóloga he comprendido infinidad de cosas sobre mi personalidad y sobre la personalidad de los adictos al juego y a partir de este conocimiento es desde donde he aprendido a controlar las ganas de jugar y a saber que debo respetar de por vida unos límites a veces difíciles pero necesarios: no llevar dinero, no disponer de tarjetas, evitar lugares con máquinas y alguna que otra cosa que tienes que tener presente el resto de tu vida. También esto lo he aprendido a través del grupo ya que a veces nos visitan personas que llevan años de alta… y por desgracia personas que tras años de alta y sin jugar han recaído… lo cual te pone en alerta y te entristece a la vez.

No sé ni me importa el tiempo que me queda. Sé que desde que comencé la terapia no he vuelto a jugar y he aprendido muchas cosas. También sé que de alguna forma en el futuro me gustaría ayudar de alguna manera a los adictos al juego. Creo que de alguna forma ya lo hago a través de este blog pero me gustaría darle otro enfoque. Todo se andará.

 

 

comentarios
  1. Isabel dice:

    De momento la ayuda que prestas a esos recien llegados ya me parece super importante. Ese primer momento debe ser bastante durillo.

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