Posts etiquetados ‘Casino’

Desde diciembre pasado tomé la determinación de acabar con la terapia. Una mala racha en lo económico hizo que se me acumularan las deudas que pagaré en el centro unido a que ya había planteado a las terapeutas que creía que mi rehabilitación estaba en su final hizo que adelantara de motu propio el final de mi terapia como jugador compulsivo, como adicto al juego, como ludópata.

Han sido tres años y medio de asistencia semanal a las terapias de grupo sin casi sin faltar a ninguna de ellas. Además, una o dos veces por mes he ido a visitas individuales con la psicóloga. Todo ello acompañado de reglas seguidas a rajatabla: no llevar tarjetas de crédito, no llevar dinero encima más que el necesario, justificar cada gasto con tickets y por supuesto no frecuentar lugares con tragaperras, casinos o salones de juego. Son cosas que tendré que seguir haciendo toda la vida. O eso, o tener la tentación de volver a jugar…. y volver a saber todo lo que eso significa para mí. No quiero volver a jugar, no volveré a jugar pero sólo diciéndolo no se consigue. Hay que poner límites y precacuciones, la tentación está ahí y cualquier día puedes caer en ella. Ya sé que la voluntad no lo es todo en esto de juego, ni mucho menos. En mi época de jugador había días que no quería jugar pero lo hacía, decía «hasta aquí» y nunca era así. Si no jugaba era sencillamente porque no podía, porque no tenía dinero o porque no tenía tiempo. Pero con dinero y tiempo todo se enredaba y las consecuencias ya sé muy bien cuales son. Fatales.

He comprendido bien qué es la adicción al juego y cómo puedo controlarla en mi caso. A partir de aquí debo de hacerlo y solamente depende de mí. He de tener claro que no quiero volver a jugar y así va a ser. Sé que tengo que estar pendiente cada día, cada minuto y no tengo que levantar nunca la guardia. El juego está ahí, amenazándome en cada anuncio, en cada bar, cada día, cada navidad, cada jornada deportiva…. y os aseguro que hay que ser muy fuerte para vencerle. El número de amenazas diarias son incontables y más si eres aficionado a ver o escuchar deporte como yo lo soy. A veces tengo que cambiar de canal o apagar la radio. No me cuesta pero me jode. Debería ser algo más regulado pero eso es otro tema….

No habría llegado al final de este proceso sin ayuda, eso también lo sé. Sin la ayuda de mi familia, de mi mejor amigo y del centro de rehabilitación. No podré agradecerles nunca el apoyo que he recibido de ellos, aún me emociono cuando escribo esto. Han comprendido o han hecho que comprendían algo que yo no comprendía y era el afectado. Me han ayudado en todo, moral y económicamente y sé que seguirán haciéndolo. No tengo palabras ni vida suficiente para agradecérselo la verdad.

Por otra parte, en todo este larguísimo proceso también te das cuenta de la gente que tiene solo palabras de buena voluntad y luego ni se interesan por tí. La verdad, me da igual. Sé que la gente huye todo lo posible de los problemas y yo pude y puedo ser un problema. Lo entiendo. Yo creo que no soy así pero bueno, todo se aprende en la vida. No todo el mundo comprende lo que es una adicción. Hay gente que piensa que es un vicio. Ignorantes hay muchos y algunos son tus amigos o los míos.

También he conocido decenas de personas en la rehabilitación. Personas que han pasado por el centro, unos por mucho tiempo, otros un solo día. Unos con ganas de rehabilitarse, otros con ninguna. Unos por voluntad, otros obligados , otros por voluntad y obligados. Todos los que allí nos hemos quedado un tiempo sabemos lo duro que es dejar de jugar, lo duro que es entenderlo y lo duro que es mostrarse a los demás, explicarles que has gastado miles y miles de euros, engañado y mentido…. y todo ello sin querer hacerlo, obligado por una adicción incontrolable, que te domina totalmente y que te hacer ser una persona que no quieres ser ni de lejos. Todos los que hemos pasado por allí y hemos peleado por dejar de jugar nos merecemos una oportunidad solo por nuestra voluntad, por nuestra lucha interna y por querer seguir llevando una vida normal, como la de los demás, pues antes no éramos como los demás, éramos personas cuya adicción nos condicionaba la vida, nuestras acciones y nuestras mentiras, hurtos y picaresca para poder seguir jugando.

Victor, Antonio, Jose, Dani, el niño, Diego, Jonathan, Xavi, Cristian y un montón de nombres de los que me olvido. Todos nosotros merecemos seguir adelante y de hecho así lo estamos haciendo. Lejos de juego, muy lejos. y para siempre pues ya sabemos que aquí no vale «solo jugar un poco» como hemos escuchado alguna vez ¿verdad?

Esto no es el punto final de este blog. Invito a cualquier persona que quiera añadir artículo a que lo haga. Sé que he podido ayudar a personas a comprender alguna cosa sobre la ludopatía y espero seguir haciéndolo. Me despido por ahora con lágrimas en los ojos de todo lo mal que lo he pasado y que a veces sigo haciéndolo pero sé que mi voluntad es inquebrantable para que el juego nunca más vuelva a apoderarse de mí como lo hizo durante muchos años. Demasiados. Ahora, como diría Josele Santiago, TENGO QUE HACER LOS DEBERES. Salud, caballeros, yo les cedo mi asiento:

Adiós botellas
De vino. Adios, adios.
Besad mis huellas
En vuestros vasos amigos.
¡Ayayayayay!: adiós.
Adiós, distraidas
Mujeres…¡lerelelé!
Prendí mis días
En vuestros mil alfileres.
¡Ayayayayay!: adiós.
Tengo que hacer los deberes.
Adiós, verbenas
De fuego en mis venas.
Adiós, muy buenas
Adiós, castillos de arena.
¡Ayayayayay!: adiós,
mis queridos quitapenas.
Adiós, adiós
Adiós, adiós
Adiós amigos:
Con Dios.
Adiós, venteros
Adiós, marmol grasiento.
Salud, caballeros:
Yo les cedo mi asiento.

Hola V.,

A través de P. he conocido tu situación y, si lo queréis me he ofrecido a ayudaros a través de mi experiencia que si bien no es con drogas es con el juego, una adicción al fin y al cabo. Mi ayuda no puede ser más que ofrecerte este blog y si lo quieres contacto directo a través de otros medios. Aquí comienza con este post en forma de carta:

Primero de todo animarte y mucho para que consigas dejarlo todo. Dejarlo todo no significa otra cosa que comprendas tu problema, lo aceptes y aprendes a vivir de tal forma de que lo mantengas lejos adoptando otros hábitos y sabiendo decir no. La droga, el juego, el alcohol están constatemente presentes en nuestra vida y es imposible apartarse de ellos. Debes aprender a decir no y a no ponerte en riesgo. Lo aprenderás con el tiempo. ya te habrán enseñado medidas a seguir y debes hacerlo con disciplina. Sin poner excusas. Haz caso a todo lo que te dicen. Tú y yo sabemos que tenemos la cualidad de engañar, de mentir con tal de consumir en tu caso o jugar en el mío. No lo hagas más.

En mi centro he visto casos parecidos al tuyo por edad que además añadían la adicción al juego. Los dos casos que he visto poco a poco han conseguido vivir sin consumir y sin jugar. La edad no juega a tu favor. Para mí es «fácil» aislarme del juego pues tengo mujer e hijas y quedarme en casa me gusta… pero tú tarde o temprano saldrás por ahí…. y deberás aprender a no consumir e incluso a no beber ya que la bebida multiplica por mucho tu riesgo. Rápido libera tu mente y… recaída al canto. Por tanto, deberás aprender a ser fuerte, muy fuerte. Eso te lo enseñarán en las terapias de grupo y en las individuales. Poco a poco, no tenga prisa…

Que tú quieras dejarlo es imprescindible. He visto casos de personas que asisten obligadas a terapias y todas lo han dejado al poco tiempo. La voluntad del adicto es imprescindible. Sin ella no hay absolutamente nada que hacer. Debes querer dejarlo por tí. También por las personas que te han ayudado y te ayudarán pero por ellas lo único que debes hacer es no decepcionarlas, han puesto su confianza en tí y serán felices si te rehabilitas. Pero no debes hacerlo por ellos, debes hacerlo por tí. Vivir una vida libre, sin adicciones, ya verás que es muy distinta a la que hasta ahora llevabas. Tu carácter cambiará para bien y te sentirás mucho mejor contigo mismo y con quienes te rodean. La vida es mucho mejor, quizás ya te hayas dado cuenta…. y es ahora cuando debes decidir seguir así, dejar de lado la droga y dominarle tú a ella. Hasta ahora la droga te ha dominado a tí y te has dado cuenta. Que nunca más sea así.

No eres un vicioso ni nadie que consume por voluntad. Tienes una enfermedad crónica . Tu mente no puede dominar el consumo igual que la mía no puede dominar el juego. Eso será así para siempre y aunque no lo creas hay millones de personas con nuestro problema. Nosotros hemos decidido ponerle solución, otros no quieren y otros no pueden. Todos ellos acaban mal. Muy mal. Nunca se toca fondo, todas las adicciones van a más. Podría contarte cosas increibles que he hecho por el juego o que he visto que otros han hecho en el centro donde asisto…. Todo por jugar o consumir. Todo, en el fondo, porque no controlamos ese impulso y debemos aprender a hacerlo.

Yo llevo tres años y medio de terapia. Desde que comencé no he recaído. Te animo a que tú hagas lo mismo y espero que lo consigas. Eres joven y tienes que ser dueño de tu vida. Que no lo sea ninguna sustancia ni ningún hábito. Aprende a hacerlo, estás en el camino. Si puedo ayudarte en algo más no dudes en pedírmelo.

Un abrazo grande para tí y tu familia y te digo lo que le dije a P. Aunque ahora todo parezca una puta mierda, en unos meses o años seréis mejores personas. El futuro debes mirarlo con optimismo.

Normalmente todos los adictos a la juego decimos una frase para destacar el juego al que jugamos o para descartar a los juegos que no jugamos. Esta frase es «yo no soy de xxxxx». Por ejemplo «yo no soy de tragaperras» o «yo no soy de casinos» o «yo no soy de poker». De alguna manera decirla nos define a lo que hemos jugado o jugamos y nos quitamos el «peso» de los demás juegos.

Es un grave error. Todos los adictos al juego nos decantamos claramente por un juego. En mi caso fueron los casinos presenciales u on line y dentro ellos el black jack o la ruleta. La mayoría de los casos son las máquinas tragaperras y ahora parece que lo que está creando más adictos son las apuestas deportivas.

Digo que es un grave error porque a todos los adictos les atrae cualquier juego de azar. Es verdad que son más adictivos los que tienen un premio inmediato pero nadie está exento de ser adicto y gastar grandes cantidades en otros juegos tipo lotería primitiva o lotería convencional. No tienen el componente inmediato que tienen los casinos o las tragaperras o las apuestas pero si no tuviéramos otra cosa nos lanzaríamos a ellos.

Todos los juegos son los mismo. Los adictos al juego tenemos que estar en alerta constante y no dudar de que si no ponemos las barreras y precauciones o necesarias acabaremos jugando a cualquier cosa si se despierta nuestro yo jugador. Parecería fácil que un adicto a los casinos se prohibiera la entrada a los mismos de manera legal (existe esta manera) y problema resuelto pero… sin duda más pronto que tarde jugaría a otros juegos a los que no había jugado y que no están en los casinos. Por no mencionar que también sin ninguna duda encontraría la manera de saltarse esa prohibición.

Tenemos que estar en alerta constante e identificar el peligro o de lo contrario caeremos en las redes del juego. No importa el tiempo que hayas estado sin jugar o lo seguro que estés de no hacerlo. Poner cerca el peligro siempre es peligroso.

Si eres adicto al juego probablemente si echas la vista muy atrás verás que tus comienzos en el juego seguramente no fueron con los juegos de azar con recompensa y que a lo largo de tu vida de jugados has jugados a infinidad de juegos aunque sea solo por probar. Esta es la prueba de que lo que digo es cierto. A lo largo de tu vida de jugador ha habido uno o dos juegos que han prevalecido sobre los demás pero seguro que has probado muchos más… y si no te mantienes lejos de ellos los volverás a probar tarde o temprano.

 

Tengo la sensación de que estoy entrando en la parte final de mi terapia a la adicción al juego. Esta sensación la tengo por varios motivos, allá van:

En lo personal mi vida ya no esta constantemente condicionada por el juego. No está en mi pensamiento constantemente salvo cuando me tengo que poner en alerta. Por ejemplo cuando entro a bares o cuando alguien me ofrece lotería o participar en alguna porra por un partido de fútbol. Sigo las barreras impuestas sobre no llevar dinero o tarjetas de crédito con naturalidad y ya no veo en ello un problema. En pocas palabras, me he acostumbrado a tener estos límites y sé que quizás los tenga el resto de mi vida o al menos durante un larguísimo tiempo. Estoy concienciado y no me importa, sé que es algo que debo hacer igual que cada mañana me tomo una pastilla para la hipertensión. Es el tratamiento que sigo contra mi adicción.

En cuanto a la terapia en el centro, la última visita con la psicóloga fue algo distinta a las anteriores. De alguna manera comenzó a sacar conclusiones o al menos a responder a mis preguntas sobre mi personalidad adictiva y sobre los posibles motivos de mi adicción más allá de la personalidad impulsiva que nos caracteriza a todos los ludópatas. De las conclusiones ya hablaré en su momento pero de la sensación de que estoy en una etapa final ya lo hago ahora. Aunque el alta depende de los terapeutas y mi confianza en ellos es ciega, sé que ya he comprendido cosas de las que no tenía ni idea hace tres años y no sólo de mí sino de la ludopatía en general. Sé lo que es, sé cómo es y sé como se puede combatir, al menos cómo la puedo combatir en mí mismo. La experiencia en el grupo también me dice que cada uno de nosotros necesitamos unas actividades o unos límites distintos.

No sé el tiempo de terapia que me queda y ni siquiera sé si quiero terminarla ya. De alguna manera la echaría de menos pero sé que ese día llegará como le ha llegado a todos los ex-compañeros y cuando llegue estaré preparado. Desde que comencé no he tenido recaidas y eso es síntoma de que mi terapia ha sido bien llevada y bien aplicada por mí. Al final todo depende de uno mismo aunque las visitas a los terapeutas y a la terapia de grupo son imprescindible. En eso también he tenido una regularidad casi absoluta y sólo he faltado por motivos de trabajo o de salud, algo que no hacen todos los pacientes del centro, ellos sabrán por qué.

 

 

Por estas fechas hace exactamente tres años que comencé la terapia en el centro. Como ya he comentado alguna vez, se trata de una terapia de grupo semanal y una visita con la psicóloga más o menos quincenal. También con la psiquiatra. En tres años habré tenido unas 40 visitas con la psiquiatra y más de 100 terapias de grupo. Comenzaré por lo segundo.

Recuerdo que las dos o tres primeras terapias de grupo llegué más que asustado con el problema que tenía encima. El shock fue grande cuando se descubrió todo y tenía una gran amenaza encima mía. O pagaba una cifra muy alta que debía o la amenaza de denuncia era más que real. Por un lado tenía el shock de contarle a mi mujer (de momento solo lo supo ella) todo lo que había ella sin que ella sospechara nada y por el otro una amenaza que me tenía los huevos bien agarrados. Esto hacía que en la terapia de grupo estuviera muy acobardado y recuerdo que cuando hablaba rompía a llorar. Era incapaz de asumir todo lo que me estaba ocurriendo. Poco a poco los compañeros me aconsejaban y me hacían ver que de una manera u otra todos habían pasado por eso y me avisaban, además, de lo que me quedaba por pasar. Recuerdo con especial cariño a dos miembros del grupo que me marcaron para bien con sus consejos y su experiencia y que ya les dieron el alta. También recuerdo a mucha gente que ha pasado y pasa por el grupo. De alguna manera ya sé identificar a quién miente y quién no. Quién va a quedarse tiempo y quién llega y se va casi a la semana siguiente porque sienten que el grupo no es para ellos.

Se trata de un grupo que casi siempre ha tenido un buen ambiente, todos vemos en él la forma de salir adelante ayudándonos y un grupo de seis o siete personas acudimos prácticamente sin falta cada jueves. A quien viene nuevo enseguida procuramos que se sienta bien y, afortunadamente, todos tenemos un sentido del humor que de alguna manera nos hace llevar todo de una forma animada.

Ya creo que soy el segundo más veterano y de alguna forma intento que mi papel en el grupo sea el mismo de quienes me recibieron a mí. Intentar ayudar y explicar las cosas desde la perspectiva que te da tanto tiempo allí.

En cuanto a las visitas con la psicóloga en todas ellas he intentado comprender cómo soy y cómo es la adicción al juego. Al principio estaba un poco obsesionado con el por qué. ¿Por qué soy adicto al juego?¿De qué o de quién es la culpa? Ahora con el paso del tiempo sé que estas dos preguntas quizás no tengan respuesta. Tampoco me importa ya. He comprendido que la ludopatía son una serie de factores de tu personalidad, de tu mente, que tienes que intentar controlar desde el conocimiento y desde los límites que te tienes que autoimponer. A través de la psicóloga he comprendido infinidad de cosas sobre mi personalidad y sobre la personalidad de los adictos al juego y a partir de este conocimiento es desde donde he aprendido a controlar las ganas de jugar y a saber que debo respetar de por vida unos límites a veces difíciles pero necesarios: no llevar dinero, no disponer de tarjetas, evitar lugares con máquinas y alguna que otra cosa que tienes que tener presente el resto de tu vida. También esto lo he aprendido a través del grupo ya que a veces nos visitan personas que llevan años de alta… y por desgracia personas que tras años de alta y sin jugar han recaído… lo cual te pone en alerta y te entristece a la vez.

No sé ni me importa el tiempo que me queda. Sé que desde que comencé la terapia no he vuelto a jugar y he aprendido muchas cosas. También sé que de alguna forma en el futuro me gustaría ayudar de alguna manera a los adictos al juego. Creo que de alguna forma ya lo hago a través de este blog pero me gustaría darle otro enfoque. Todo se andará.

 

 

El otro día, y probablemente hoy en la terapia de grupo, hablaremos de D.

De todos quienes han/hemos pasado por la terapia, probablemente D. sea a quien el juego más ha complicado la vida. Juega desde hace muchos años y por culpa del juego ha pedido numerosos préstamos, hipotecas, se ha separado de su mujer con una hija bien pequeña y hace años, a petición suya, un juez le inhabilitó para manejar su propio dinero, lo que significa que en el banco ni te atienden y tu dinero tiene que ser manejado de por vida por el tercero que tú designes. Ha gastado, como todos nosotros, cantidades ingentes de dinero en juego a lo que se suma además una indemnización importante que tuvo por un accidente.

Toda esta definición os hace una idea de a dónde te puede llevar el juego, la ludopatía. Pues imaginad el poder que llega a tener que pese a verse en esta situación, se las ingenia a menudo para volver a jugar. El otro día me lo encontré y me contó la última: había venido (o empeñado) su teléfono móvil y su reloj para gastarse ese dinero en juego. Alucinante.

Huelga decir que durante todos estos años ha pasado por varios sitios en los que ha seguido terapias… y hasta la fecha no ha conseguido ni dejar de pensar en el juego ni poder controlar el impulso que le lleva a jugar. La verdad es que es un buen ejemplo de lo que cuesta vencer al juego. Sin duda él quiere dejarlo pues de lo contrario no asistiría a terapias pero hasta el momento no ha encontrado cómo vencer ese impulso.

En el grupo es habitual que haya recaídas de una forma más o menos periódica pero la verdad es que las de D. cada vez nos saben peor porque son habituales y su situación es cada vez más grave. No hace mucho ha tenido que buscar casa junto a un familiar pues su mujer le abandonó.

Hoy supongo que asistirá y entre todos le diremos una vez más que recapacite, que mire realmente a dónde le ha llevado y le está llevando el juego y sopese lo perjudicial que es para todos y para él especialmente. Eso le diremos, eso le diré…. pero por encima de todo yo pensaré lo difícil que es esto y os retos que el maldito juego te plantea a la lo largo de tu vida y que debes vencer. Es una adicción muy muy poderosa y el tocar fondo no existe pues siempre hay un hueco, una artimaña que todos sabemos que existe y que precisamente en la terapia tenemos que aprender a no utilizarla, a ponernos límites y barreras y sobre todo a comprender que hacerlo no nos llevará a nada, solo a complicarnos la vida enormemente. El significado de echar una moneda a una máquina o jugar una partida para nosotros es muy cruel y es una derrota durísima y complicada de resolver. No merece la pena hacerlo…. y esa es nuestra lucha.

 

 

Hoy es día de acción de gracias en Estados Unidos y no sé si en algún país más del continente americano. A riesgo de equivocarme, creo que más o menos se trata de un día en el que se agradecen algunas cosas a algunas personas o momentos… y se me ha ocurrido que quizás es buen momento para agradecerlas yo desde aquí, así que ahí va:

En primer lugar a mi mujer. Nunca dudé que es la mujer y el amor de mi vida pero su reacción y ayuda ante la gran complicación que ha supuesto mi adicción al juego ha sido increíble. En todo momento ha estado a mi lado y, a pesar de que es difícil, ha confiado en mí. Sin duda ha sido y es el motor de todo esto. Pasamos y hemos pasado por muchas dificultades, sobre todo económicas, y su apoyo y nuestro amor lo va superando todo. Podría escribir millones de líneas, infinitas, así que me paro aquí que os podría aburrir.

En segundo lugar a mi familia, entendiendo por ésto a mis tres hermanos, mi amigo David y mi cuñada. Todos y cada uno de ellos ha entendido la situación y nos han apoyado como han podido ya sea económicamente o simplemente estando a nuestro lado. Es verdad que no suelen preguntar por el tema pero ya he dicho en alguna ocasión anterior que lo comprendo. Tampoco se suele a una persona qué tal va con su cáncer o con su depresión. Las relaciones humanas son complicadas y de alguna manera procuramos evitar lo negativo. Ningún problema !!

Mención especial merece David. Para mí es como un hermano más. La vida nos ha puesto en dificultades que nadie puede imaginar con nuestra edad ni cuando nos conocimos pero ahí seguimos. Su gran apoyo económico (y reitero lo de gran) hizo que me librara de muchas complicaciones, quién sabe si de la cárcel. Suena durísimo pero es así.

Gracias a la asociación a la que asisto semanalmente desde marzo de 2013 y especiales a su psicóloga Raquel. Ella ha hecho que comprenda esta enfermedad, esta adicción, y a partir de esa comprensión deje el juego y comprenda hasta dónde me llevó y hasta dónde te puede llevar. También gracias a todos los miembros de la terapia de grupo semanal. En nuestra reunión semanal recordamos lo que somos, lo que fuimos y lo que intentamos no volver a ser. Todos tenemos una gran lucha interior y algunos también familiar. Allí de alguna manera lo soltamos todo y nos intentamos ayudar. Pequeños héroes para mí. A nuestra manera todos los somos, la vida nos ha puesto en una disyuntiva difícil y todos los que estamos allí queremos el lado bueno y luchamos por conseguirlo el resto de nuestra vida. Parece fácil pero es difícil de cojones.

Gracias a esa persona que no puedo nombrar pero que facilitó que las cosas en mi anterior trabajo no tomaran una dirección legal o penal. Lo intentamos arreglar a dos bandas (o a tres con mi mujer, imprescindible ya lo véis) y de momento la cosa no ha ido a más. Siento siempre la amenaza pero sin él todo hubiera sido imposible. La vida nos ha puesto en una situación de «no contacto» pero yo pienso en él, quizás él también en mí. Estoy casi seguro.

Gracias a las personas que piensan en mí y preguntan de vez en cuando. Me gustaría que lo hicieran más pero las cosas no son como uno quiere.

Y aunque suene raro, gracias también a las personas que de alguna manera me han dado de lado. En lo profesional el 99% de los que creía conocidos o casi amigos. En lo personal aquellas que han olido que las cosas no van bien y han puesto tierra de por medio. Gracias también, no os guardo rencor, las cartas se han descubierto y vosotros llevábais malas jugadas, descartes.

Sonará también muy raro pero gracias al día en que todo se descubrió. A partir de ahí comenzó un tormento pero terminó una tortura y una mentira que ya duraba demasiados años. Por suerte como ya he dejado claro, las personas importates lo comprendieron y me ayudaron. Comenzó una nueva vida sin duda mejor aunque con muchas dificultades que algún día serán superadas.

Supongo que me olvido de cosas y de personas pero gracias a que sigo sintiendo mis ojos se han empañado al escribir esto. No pienso ya en jugar y estoy en el buen camino. Me creo a mí mismo y estoy decidido. Sé que sólo es imposible y por eso necesito de todo a lo que he dado gracias. Por mí no quedará para que todo siga mejorando.

 

 

La  cultura del juego en España no es casualidad. Supongo que tampoco en otros países del mundo. En España el estado recauda muchísimos impuestos del juego: loterías primitiva, lotería, bonoloto, quinielas, casinos, bingos, tragaperras… y desde hace unos años casinos on line, apuestas deportivas on line y presenciales. Estas últimas estuvieron años en un limbo legal pero el estado en lugar de prohibirlas se ocupó de legalizarlas y recaudar muchísimo dinero a través de ellas. Por tanto no es difícil deducir que al estado le interesa y mucho que la gente gaste dinero en el juego en cualquiera de sus modalidades.

La edad media de los miembros de la terapia de grupo a la que asisto semanalmente debe rondar los cuarenta años. El arco va desde los 30 hasta los 50 si bien he visto personas de más de sesenta y de menos de veinte aunque no es muy común. El otro día asistió por primera vez un chico con 18 años recién cumplidos. Curiosamente es familiar de un miembro del grupo que ante actitudes que había visto y le habían contado de él, se ofreció a ayudarle contándole su experiencia e invitándole a la asistencia a una terapia para que viera la gravedad que puede alcanzar el juego.

El chico, a esa edad, ya es un habitual de los salones de tragaperras y ruletas electrónicas y también de las apuestas deportivas presenciales en esos y otros locales. Dinero que tiene dinero que se gasta y por lo que nos contó tiene todo los síntomas de ser un jugador compulsivo, un ludópata: juega hasta perderlo todo, vuelve en el mismo día varias veces, piensa que puede ser una forma de vida… lo típico en todos nosotros. Evidentemente ya cuenta con pérdidas por suerte no muy importantes pues a esa edad su acceso al dinero no es demasiado. Por ahora, dice, no ha cogido dinero ajeno en casa o en cualquier otro lugar ni tampoco ha vendido joyas familiares, algo muy habitual en esas edades y en más mayores.

Le hicimos ver la gravedad de esta adicción, de esta enfermedad, y que se diera que en el fondo si él quiere está de suerte: está a tiempo de dejarlo sin arruinar gran parte de su vida económica y familiar. A su edad aún no ha perdido mucho dinero ni tiene compromisos familiares. Si decide dejarlo ahora no habrá hecho cosa mejor hasta ahora a sus 18 años.

Escuchaba algo incrédulo nuestras experiencias y seguro que por dentro pensaba que lo suyo no era tan grave. Y no lo era… porque está empezando. Nos obligó a todos a echar la vista atrás y deducir que desde que se comienza a jugar hasta que llegan las consecuencias más graves pasan una media de diez años. Diez años jugando más o menos ininterrumpidamente en el que haces de todo para conseguir dinero y jugar y jugar y jugar…. y perderlo. Siempre se pierde jugando porque siempre hay alguien que gana y nunca eres tú.

No sé que hará. No sé si volverá o pensará que vaya pandilla de viciosos, que él no es así. Entre todos le hicimos ver que él ya lo era aunque aún no lo sabía. Ojalá siga y decida no jugar. Será su mejor decisión.

Por otra parte, y aunque aún no se ha notado en asistencia al centro, parece que a esa edad es algo normal ya sobre todo lo de las apuestas. Algo muy preocupante ya ahora pero mucho más dentro de cuatro o cinco años. Será un problema social cada vez más grave con el que habrá que tomar alguna medida política… o eso creo que debería de hacerse.

Cuando dejas de jugar vives una situación confusa. Te han pillado, tu vida te ha cambiado y no comprendes muy bien por qué jugabas, por qué cogías este o aquel dinero y por qué lo ocultabas todo. El tiempo y la terapia te ayudan a comprenderlo todo muy poco a poco y vas teniendo sensaciones extrañas. Poco a poco te vas convirtiendo en otra persona y tienes otro temperamento.

Pero sobre todas las cosas encuentras la tranquilidad.

La tranquilidad de no tener que esconderte.
La tranquilidad de no tener nada que esconder.
La tranquilidad de no tener que jugar mañana para compensar las pérdidas de hoy.
La tranquilidad de no tener que esconder dinero, movimientos bancarios o correspondencia comprometida.

La tranquilidad de que ahora eres una persona que no juega y no te muestras nervioso ante situaciones que te pueden comprometer casi a diario, no tienes que mentir por nada. Ahora eres una persona que no esconde nada y que no piensa constatemente en el juego, en las pérdidas o en las ganancias. Ya sólo piensas en el juego para apartarlo de tí y mantenerlo alejado, sabes del peligro que para tí supone y no quieres más problemas derivados de él. La vida tiene ya sus problemas y muchos de los que tienes son derivados del juego así que cuanto más lejos mejor.

Pasa mucho tiempo hasta que encuentras esa tranquilidad pero algún día llega y te das cuenta de que eres otra persona, con otras reacciones, en mi caso mucho más calmadas que antes. Cuando jugaba era una persona a menudo irascible y explosiva y ahora para nada lo soy. Es un rasgo común en el jugador compulsivo.

Así pues, cuando no tienes ya nada que esconder ni nada que te obsesiones, la tranquilidad se apodera de tí…. y comienzas a darte cuenta de que además de mucho dinero perdiste demasiado tiempo….

Llevamos desde el parón del verano varia sesiones intensas en la terapia semanal de grupo. En mis dos años y medio ya de asistencia a ella de forma ininterrumpida he visto a mucha gente pasar por allí. Gente que consigue rehabilitarse, consigue el alta médica y que incluso nos visitan de vez en cuando. También, los más vistos por desgracia: gente que acude durante un corto periodo de tiempo y desaparecen. Creen que eso no es para ellos o van obligados. Rara vez vuelven y si lo hacen es contando que nunca dejaron de jugar y que esta vez sí quieren hacerlo. Normalmente vuelven a desaparecer en poco tiempo.

Esta vez hay contaré dos casos para poner como ejemplo la fortaleza del conocimiento en uno y el desastre en otro.

Uno de los miembros, a los problemas del juego tenía problemas con el alcohol y, por culpa de todo ellos, discusiones frecuentes con su pareja.  Durante la semana pasada al parecer tuvo una fuerte discusión con su pareja en la que decidió pasar una noche unas horas más fuera de casa. Para ello, dispuso de dinero. Sintió que todo esa discusión y la soledad le llevaba irremediablemente a jugar pero pudo reconocer «la llamada de la bestia» y controlarla. Supo tomar las medidas necesarias para no jugar y así lo contó en el grupo ante el reconocimiento de todos. Porque contar en el grupo que has resistido la tentación haciendo tal o cual cosa sin duda es una motivación más para no jugar.

El otro caso, por desgracia, no es tan feliz. Se trata de un miembro que lleva casi una década asistiendo a terapias en distintos centros y nunca con éxito. Conseguía dejar de jugar un temporada pero caía siempre. Además endeudándose fuertemente a través de créditos del banco, tarjetas de crédito, créditos de entidades de crédito rápido, hipotecas y rehipotecas de su vivienda…. lo normal en un adicto al juego. Padre de familia con una hija. A pesar de llevar un tiempo sin jugar y haber reconocido otro tipo de problemas con la bebida dejó de beber y de jugar… hasta que un día volvió a hacerlo y además pidió un crédito al banco que le habían preconcedido electrónicamente. ¿resultado? Desastre total: su mujer decide estar cansada  y le abandona, otro crédito por pagar…. y multitud de problemas añadidos: divorcio, búsqueda de vivienda….

Es duro ver cómo el juego destroza las vidas. La mía pudo haberla destrozado. Económicamente lo ha hecho pero sólo eso. He sentido el apoyo de mi mujer, familia y amigos. En cambio, cuando ves las continuas desgracias que genera el juego te das cuenta de su magnitud. De la magnitud que tiene jugar sin control a juegos de azar, lo que haces para ocultarlo y para conseguir el dinero para hacerlo.

La terapia de grupo tiene esas cosas. A veces sales reconfortado y otras en cambio sales triste de ver un fracaso más, una recaída más. Sin duda ese es su fin, que a través de la experiencia tuya y de otros puedas separar todo lo que te sirva para pasar una semana más sin jugar. Es duro ver el poder que tiene el juego sobre nosotros, ver lo incontrolable que es y el mal que nos puede causar incluso habiéndolo vencido durante un largo periodo de tiempo.