Cuando dejas de jugar vives una situación confusa. Te han pillado, tu vida te ha cambiado y no comprendes muy bien por qué jugabas, por qué cogías este o aquel dinero y por qué lo ocultabas todo. El tiempo y la terapia te ayudan a comprenderlo todo muy poco a poco y vas teniendo sensaciones extrañas. Poco a poco te vas convirtiendo en otra persona y tienes otro temperamento.

Pero sobre todas las cosas encuentras la tranquilidad.

La tranquilidad de no tener que esconderte.
La tranquilidad de no tener nada que esconder.
La tranquilidad de no tener que jugar mañana para compensar las pérdidas de hoy.
La tranquilidad de no tener que esconder dinero, movimientos bancarios o correspondencia comprometida.

La tranquilidad de que ahora eres una persona que no juega y no te muestras nervioso ante situaciones que te pueden comprometer casi a diario, no tienes que mentir por nada. Ahora eres una persona que no esconde nada y que no piensa constatemente en el juego, en las pérdidas o en las ganancias. Ya sólo piensas en el juego para apartarlo de tí y mantenerlo alejado, sabes del peligro que para tí supone y no quieres más problemas derivados de él. La vida tiene ya sus problemas y muchos de los que tienes son derivados del juego así que cuanto más lejos mejor.

Pasa mucho tiempo hasta que encuentras esa tranquilidad pero algún día llega y te das cuenta de que eres otra persona, con otras reacciones, en mi caso mucho más calmadas que antes. Cuando jugaba era una persona a menudo irascible y explosiva y ahora para nada lo soy. Es un rasgo común en el jugador compulsivo.

Así pues, cuando no tienes ya nada que esconder ni nada que te obsesiones, la tranquilidad se apodera de tí…. y comienzas a darte cuenta de que además de mucho dinero perdiste demasiado tiempo….

comentarios
  1. Isabel dice:

    Tiempo que lamentablemente no se puede recuperar. Pero si el tiempo de ahora es mejor…hacia delante, a vivir cada momento!

Deja un comentario