La  cultura del juego en España no es casualidad. Supongo que tampoco en otros países del mundo. En España el estado recauda muchísimos impuestos del juego: loterías primitiva, lotería, bonoloto, quinielas, casinos, bingos, tragaperras… y desde hace unos años casinos on line, apuestas deportivas on line y presenciales. Estas últimas estuvieron años en un limbo legal pero el estado en lugar de prohibirlas se ocupó de legalizarlas y recaudar muchísimo dinero a través de ellas. Por tanto no es difícil deducir que al estado le interesa y mucho que la gente gaste dinero en el juego en cualquiera de sus modalidades.

La edad media de los miembros de la terapia de grupo a la que asisto semanalmente debe rondar los cuarenta años. El arco va desde los 30 hasta los 50 si bien he visto personas de más de sesenta y de menos de veinte aunque no es muy común. El otro día asistió por primera vez un chico con 18 años recién cumplidos. Curiosamente es familiar de un miembro del grupo que ante actitudes que había visto y le habían contado de él, se ofreció a ayudarle contándole su experiencia e invitándole a la asistencia a una terapia para que viera la gravedad que puede alcanzar el juego.

El chico, a esa edad, ya es un habitual de los salones de tragaperras y ruletas electrónicas y también de las apuestas deportivas presenciales en esos y otros locales. Dinero que tiene dinero que se gasta y por lo que nos contó tiene todo los síntomas de ser un jugador compulsivo, un ludópata: juega hasta perderlo todo, vuelve en el mismo día varias veces, piensa que puede ser una forma de vida… lo típico en todos nosotros. Evidentemente ya cuenta con pérdidas por suerte no muy importantes pues a esa edad su acceso al dinero no es demasiado. Por ahora, dice, no ha cogido dinero ajeno en casa o en cualquier otro lugar ni tampoco ha vendido joyas familiares, algo muy habitual en esas edades y en más mayores.

Le hicimos ver la gravedad de esta adicción, de esta enfermedad, y que se diera que en el fondo si él quiere está de suerte: está a tiempo de dejarlo sin arruinar gran parte de su vida económica y familiar. A su edad aún no ha perdido mucho dinero ni tiene compromisos familiares. Si decide dejarlo ahora no habrá hecho cosa mejor hasta ahora a sus 18 años.

Escuchaba algo incrédulo nuestras experiencias y seguro que por dentro pensaba que lo suyo no era tan grave. Y no lo era… porque está empezando. Nos obligó a todos a echar la vista atrás y deducir que desde que se comienza a jugar hasta que llegan las consecuencias más graves pasan una media de diez años. Diez años jugando más o menos ininterrumpidamente en el que haces de todo para conseguir dinero y jugar y jugar y jugar…. y perderlo. Siempre se pierde jugando porque siempre hay alguien que gana y nunca eres tú.

No sé que hará. No sé si volverá o pensará que vaya pandilla de viciosos, que él no es así. Entre todos le hicimos ver que él ya lo era aunque aún no lo sabía. Ojalá siga y decida no jugar. Será su mejor decisión.

Por otra parte, y aunque aún no se ha notado en asistencia al centro, parece que a esa edad es algo normal ya sobre todo lo de las apuestas. Algo muy preocupante ya ahora pero mucho más dentro de cuatro o cinco años. Será un problema social cada vez más grave con el que habrá que tomar alguna medida política… o eso creo que debería de hacerse.

comentarios
  1. Isabel dice:

    Lo malo es que los politicos no quieren ver el daño que provoca el juego. Ellos solo ven lo que pueden recaudar con él. Una pena. Y más si son cada vez más jovenes.

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